martes, 5 de mayo de 2009

Historias Clínicas: Un tratamiento frustrado

Pese a que este segundo caso corresponde al de un paciente que interrumpió su tratamiento, considero útil presentarlo ya que es harto sabido que los errores dejan importantes enseñanzas.
El señor Héctor S. de 30 años, consulta pues desde hace cinco meses padece una úlcera duodenal, a raíz de la cual ha sufrido un severo episodio de hematemesis que afortunadamente remitió con tratamiento clínico. Siendo la úlcera duodenal un clásico cuadro de medicina psicosomática, su médico clínico, con muy buen criterio lo derivó a un psicoanalista. Asistió a media docena de sesiones y luego abandonó el tratamiento, según me dijo "porque no tenía ganas de pensar". Un colega lo envía para que se trate con el sistema Bach.
Antes de verlo registré en él el estado mental correspondiente a Impatiens, ya que su impaciencia lo llevó a entrar en mi consultorio antes de que lo hiciera pasar y estando yo ocupada con el paciente anterior.
Ya en la entrevista me dice que padece de insomnio. Se duerme y a los diez minutos se despierta con angustia e inquietud. Debe tomar permanentemente psicofármacos además de la medicación prescripta para su úlcera. Desde hace diez días está deprimido. Al preguntar cuál cree que es la causa de su depresión, me contesta :"No sé, me niego a pensar".
Durante su relato hace bromas y se ríe de sus síntomas (Agrimony). Cuando lo interrogo sobre su infancia, me dice que fue normal. Al pedirle que me de más detalles, me cuenta que su padre falleció cuando él tenía 7 años. Su madre se volvió a casar al poco tiempo y nunca fue muy afectuosa con él. Durante su infancia y adolescencia pasó por varios colegios y en algunos estuvo pupilo. De adulto ha vivido en varios países del mundo, desempeñando diversos trabajos y sin tener demasiado claro el por qué de tantos cambios. Siempre fue muy ansioso y tolera mal la soledad. En una época fumó marihuana asiduamente (Agrimony). Actualmente trabaja en una importante em-presa, pero está planeando irse nuevamente a vivir al extranjero y hacer otra cosa.
La impaciencia que ya había diagnosticado al llegar el paciente a la consulta, me fue confirmada al interrogatorio. El insomnio que describe, es un típico insomnio de Agrimony, remedio que corresponde también a sus antecedentes de haber fumado marihuana, su poca tolerancia a la soledad y sus bromas sobre sus síntomas durante la entrevista. Me dice además que es muy sensible a la influencia de los otros, que capta todas las emociones de los demás, "soy una esponja" (Walnut).
Prescribo una fórmula compuesto de Agrimony + Impatiens 4- Walnut 2l tomar 4 gotas 6 veces por día y cito a Héctor para el mes siguiente.
Poco antes de la fecha de la segunda entrevista, me entero por el colega que me lo derivó, que Héctor anda muy bien. Duerme bien, ha abandonado los psicofármacos y disminuido su medicación antiulcerosa. Le comento que no debe abandonar su medicación y que no debe faltar a su segunda entrevista.
El paciente no concurre a su segunda entrevista.
Nuevamente me entero, por mi colega, que al terminar la medicación volvieron a aparecer su angustia, su insomnio y sus síntomas ulcerosos.
No he vuelto a ver a Héctor.
Al reflexionar sobre este tratamiento frustrado me dí cuenta del error que cometí. No registré en Héctor el estado mental Chestnut Bud, pese a que, al releer la entrevista, vi que surgía con bastante claridad.
Efectivamente, el primer dato que me pudo llevar a pensar en el Chestnut Bud, fue la resistencia del paciente a pensar. Abandonó su tratamiento psicoanalítico "porque no quería pensar". Cuando lo insté a reflexionar sobre su depresión, me contestó :"No~sé, me niego a pensar".
Interpreté estas respuestas como una característica de Agrimony, cuando en realidad lo eran de Chestnut Bud. El segundo dato que debió orientarme fue la historia previa del paciente, donde lo vemos cambiando permanentemente de domicilio y de trabajo, no porque esté insatisfecho y busque nuevos horizontes, como Wild Oat, sino porque vive de prisa y quiere pasar de una experiencia a otra sin contactar con el presente en totalidad y corriendo, por así decir, atrás de un futuro ilusorio. Finalmente al no concurrir a su segunda entrevista, luego de un mes de tratamiento exitoso, muestra la dificultad en aprovechar una experiencia que había sido positiva, y esto confirma absolutamente el diagnóstico del medicamento.
Este caso muestra la importancia de realizar un interrogatorio cuidadoso para poder hacer el diagnóstico diferencial del medicamento, que en algunos casos, no es tan sencillo.

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