martes, 5 de mayo de 2009

Filosofía subyacente en el sistema médico creado por Bach

Del resumen que extraje de la biografía de Nora Weeks, así como del libro teórico de Bach "Cúrese usted mismo", surgen varias reflexiones.
En primer lugar, Edward Bach se nos aparece como el médico de vocación auténtica, sensible al sufrimiento, con horror a la agresión, hasta el punto de no tolerar un tratamiento sobre la base de inyecciones, como fue el de sus primeras vacunas. Hombre de gran capacidad de observación y poderosa intuición, cualidades éstas inapreciables en un médico clínico.
Desarrolló su profesión guiado por dos ideas básicas: combatir la enfermedad en sus causas y no en sus efectos y curar sin agredir. Para Bach, la máxima de Hipócrates, "Primero, no hacer daño", tan olvidada en la actualidad, fue el fundamento de su acción médica.
De las causas de la enfermedad nos habla en su obra "Cúrese usted mismo".
"La principal razón del fracaso de la ciencia médica moderna es que trata los resultados pero no las causas. Durante muchos siglos, la auténtica naturaleza de la enfermedad ha quedado enmascarada por el materialismo, y así la enfermedad ha tenido todas las oportunidades de extender sus estragos, puesto que no se han atacado sus orígenes. La situación es como la de un enemigo poderosamente fortificado en las colinas, enviando continuas guerrillas por el territorio de alrededor, mientras la gente, descuidando la guarnición fortificada, se contenta con reparar los daños causados en las casas y con enterrar a los muertos provocados por los guerrilleros. Así es, en términos generales, la situación en la medicina actual: se hace un remiendo en los atacados y se entierra a los degollados, sin pensar en la verdadera fortaleza.
Nunca se erradicará ni se curará la enfermedad con los actuales métodos materialistas, por la sencilla razón de que la enfermedad no es material en su origen. Lo que nosotros conocemos como enfermedad es el último resultado producido en el cuerpo, el producto final de fuerzas profundas y duraderas, y aunque el tratamiento material sólo sea aparentemente eficaz, es un mero alivio temporal si no se suprime la causa real"
Este es el primer concepto básico en la ideología médica
de Edward Bach. Me detendré a desarrollarlo.
Es evidente que si la enfermedad no es material, es energética. Ya habíamos visto en un párrafo que cité anteriormente, de su trabajo "El redescubrimiento de la Psora" que . . . "la vida es armonía, un estado del ser en ritmo, y que la enfermedad es discordancia, o sea, cuando una parte del todo no vibra al unísono ..." Estos conceptos nos llevan a concluir que la enfermedad es un desequilibrio que se produce en el campo energético del ser vivo. Conviene hacer un poco de historia al respecto.
Desde antiguo se sabe que todos los seres vivos emiten o están inmersos en un campo energético. Personas sensibles o que hoy llamaríamos con propiedades paranormales, pudieron observarlo. Ha sido representado en la iconografía de la antigüedad, tanto en Oriente como en Occidente, atribuyéndole cualidades espirituales. Se lo denominó de muy diversas maneras: aura, atmósfera psíquica, ropaje del alma, esfera de la vida, fuerza magnética, fuerza vital, cuerpo etérico, doble etérico, etc. Paracelso habló de él. Hahnemann lo llamó fuerza vital y basó en ella su medicina homeopática. Mesmer realizaba curaciones actuando sobre el campo energético y llegó a afirmar "que todo en el Universo está unido por medio de un fluido universal en el que están inmersos todos los cuerpos". En 1845, el barón Karl von Reichenbach, industrial y científico alemán, realizó un estudio sistemático sobre el mismo, señaló que esa energía era una propiedad universal de la materia y la denominó Od, estableciendo que había un Od positivo y un Od negativo.
Fue el médico inglés Walter Kilner, jefe del departamento de electroterapia del Hospital Santo Tomás, de Londres, el primero que demostró la existencia de este fenómeno.
Kilner, conocedor de las descripciones de ocultistas y videntes, que había leído a Leadbeater, ocultista de nota que perteneció a la Sociedad Teosófica Inglesa, sin dejarse atrapar por prejuicios, y con verdadero espíritu científico, decidió buscar un método para hacer visible el aura o doble etérico. Lo encontró, luego de una prolija investigación, impregnando una lente con una substancia química, una tintura derivada del alquitrán, la dycianina, que permitió hacer visible al ojo humano la luz ultravioleta. Observando una persona, con una lente así preparada, el aura se hacía visible como una línea interna que delimitaba el cuerpo y Otra más externa, de una luz casi vaporosa que se extendía hacia el exterior. El aura, el ropaje del alma, la fuerza vital, era una realidad física. Las ciencias positivas con su lentitud y morosidad habituales, habían confirmado una vez más lo que la intuición del hombre venía afirmando desde hacía siglos.


Llegó Kilner a perfeccionar su técnica de tal manera que logró hacer diagnósticos observando a sus pacientes con este método.
En 1911 publica su libro "La Atmósfera Humana" y, pese a que sus investigaciones fueron estrictamente científicas y sin relación con el fenómeno oculto, fue criticado y rechazado por la profesión médica, como había ocurrido con sus antecesores. Lamentablemente sus investigaciones se vieron interrumpidas por la Guerra 1914-1918, falleciendo en 1920.
En 1939, el fotógrafo ruso Semyon Davidovich Kirlian descubrió que colocando un ser vivo o parte de él bajo la acción de un campo de alto voltaje se hacía visible el aura y se podía observar la relación entre las alteraciones de la misma y las del interior del cuerpo. Esta nueva técnica abrió el campo a otras investigaciones, entre ellas la localización de los puntos de energía sobre los que actúa una medicina milenaria: la acupuntura.
Otro investigador que desarrolló el tema fue Wilhelm Reich, que partiendo del psicoanálisis y preocupado por encontrar un camino que modificara la estructura caracte-rológica de sus pacientes, comienza por estudiar la función energética de la sexualidad para concluir, después de muchos años de investigaciones, que todo organismo viviente es una estructura membranosa que contiene una cantidad de energía en sus fluidos corporales. Llamó "orgón" a esa energía y "biones" a las unidades básicas de ese orgón.
Son muchas las investigaciones que se desarrollan en la actualidad, sobre todo en los países desarrollados, sobre el substrato energético de los seres vivos y no me propongo agotar el tema en esta obra. Sírvanos esta breve historia para entender a Bach cuando nos dice que "la enfermedad es inmaterial en su origen". Para él como para otros investigadores, el primer acto del drama de la enfermedad se desarrolla en el campo energético y es ahí donde debe dirigirse la acción terapéutica. Es decir "ir a las causas y no a los efectos".
El segundo concepto que encontramos en el libro de Bach ya citado, nos dice que la enfermedad, es decir el desequilibrio energético que observamos como un estado mental negativo, es el producto de un conflicto.
La idea de conflicto como etiología de la enfermedad nos es familiar ya desde Freud y ha sido ampliamente desarrollado por los psicoanalistas. Conflicto entre la supervivencia y el amor, en la primera teoría freudiana; conflicto entre la vida y la muerte, en el Freud posterior. Conflicto entre la tendencia biológica primera y el desarrollo que la interacción con el medio determina, en teorías más modernas de base biológica, como la de John Bowlby. Conflicto, dualidad.
Bach sitúa el conflicto entre el alma y la mente o personalidad. El alma, en su concepción trascendente, es un chispazo de la Divinidad, una parte del Ser Superior Universal que constituiría la esencia misma de lo humano, y la que nos dicta, según él, nuestro verdadero camino. La mente, la persona, es la máscara que encubre nuestro ser esencial. Máscara que nos impide ver ese camino y nos lleva al conflicto.
"El siguiente gran principio es la comprensión de la unidad de todas las cosas: el creador de todas las cosas es Amor, y todo aquello de lo que tenemos conciencia es, en su infinito número de formas, una manifestación de ese Amor, ya sea un planeta o un guijarro, una estrella o una gota de rocío, un hombre o la forma de vida más inferior . . . Así, cualquier acción contra nosotros mismos o contra otro, afecta a la totalidad, pues al causar la imperfección en una parte, ésta se refleja en el todo, cuyas partículas habrán de alcanzar la perfección en última instancia.

Así vemos que hay tíos errores fundamentales posibles la disociación entre nuestra alma y nuestra personalidad y la crueldad o el mal frente a los demás, pues éste es un pecado contra la unidad. Cualquiera de estas dos cosas da lugar a un conflicto que da lugar a la enfermedad" .
La idea de la base energética de los seres vivos, la idea de dos aspectos disociados del ser humano, que Bach llamó alma y mente y, por último, la idea de la unidad de toda-. las cosas, forman un trípode conceptual que sustenta el pensamiento del médico galés. Este pensamiento ha sido definido por algunos, como místico-religioso, y por otros, como esotérico.
Me detendré a aclarar este término.
Los pitagóricos dividían las ciencias en exotéricas y esotéricas. Las primeras eran las ciencias que podían ser accesibles a todo el mundo y cuyo mecanismo de conocimiento se ejercía a través de nuestros sentidos físicos Así, la química, la física o la botánica, eran ciencias exotéricas. Las esotéricas u ocultas, eran aquellas ciencias reservadas para unos pocos y cuyo mecanismo de conocimiento era igualmente oculto o intuitivo. Así, la alquimia o la astrología, eran ciencias esotéricas.
Más modernamente, y sigo aquí el pensamiento de Carutti, se dice que una persona es esotérica cuando puede percibir en su conciencia una realidad diferente de la que podemos captar con nuestros cinco sentidos Esa realidad diferente es un mundo de vibraciones energéticas que está regido por leyes distintas de las que rigen nuestro mundo material.
Y así como vimos que Walter Kilner y sus continuadores llegaron a confirmar, con métodos positivos, la existencia del campo energético de los seres vivos, hoy día, después de Einstein y la teoría cuántica, la física moderna sub atómica está en vías de confirmar esa realidad que perciben los esotéricos.
Así nos dice Fritjof Capra, en su libro "El tao de la
física": "La exploración del mundo sub atómico en
el siglo XX, ha revelado la naturaleza intrínsecamente dinámica en la materia.
Ha demostrado que los componentes de los átomos, las partículas sub atómicas, son modelos dinámicos no existen como entidades aisladas, sino como partes Integrantes de una red inseparable de interacciones.
Estas Interacciones contienen un incesante flujo de
energía que se manifiesta como intercambio de partículas;
una mutua influencia dinámica, en la que las partículas son
creadas y destruidas sin fin en una variación continua de
patrones de energía. Las interacciones de las partículas ori-
ginan las estructuras estables que componen el mundo material, que repito, no permanecen estáticas, sino que oscilan en movimientos rítmicos. Todo el Universo está pues engranado dentro de un movimiento y actividad sin fin;
en una continua danza cósmica de la energía".
Quizás de sus ancestros galeses, (ya que la tradición bri-
tánica registra que Gales ha sido siempre un país donde
el fenómeno sobrenatural ha impregnado la cultura)
Bach heredó la capacidad para desarrollar ese tipo especial
de percepción. Percepción esotérica, percepción que la
parapsicología moderna llamaría extrasensorial o paranormal
y que lo llevó a poder percibir esa "danza cósmica de
la energía". Como nos cuenta su biógrafa, esta capacidad
es la que usó para estudiar las flores y relacionar sus vibra-
ciones energéticas on las de los estados mentales negativos
que sufren los seres vivos.
Pero lo mas interesante en la persona de Bach, es que
usó su peculiar sensibilidad sin abandonar la aplicación del
método científico, en su sentido primero de observar, formular hipótesis y verificar.
Vimos así por ejemplo, que estudiaba las flores, ora al sol, ora ala sombra, para
detectar su potencia energética.
No es común encontrar en la historia de la medicina contemporánea una persona que haya usado sus propiedades paranormales para realizar investigación científica. Probablemente, el otro caso, sea el de Rudolf Steiner, el humanista suizo, creador de la antroposófica, de la cual emerge la medicina antroposófica, quien usó sus propiedades, que él llamó ultrasensibles, con el mismo objetivo Es evidente que el desarrollo de la percepción de una realidad diferente, formó parte de un cambio profundo que sufrió la personalidad de Bach al llegar a la edad media de la vida. Sólo al darnos cuenta de esto podemos en tender su drástica decisión de abandonar su brillan te
carrera científica, quemar y destruir el material relacionada con sus descubrimientos anteriores, abandonar también su holgura económica y su mundo de afectos para seguir su idea y cumplir su destino.
Las palabras simples con que ha descripto los estados. mentales que las flores equilibran, son también el resultado de ese cambio profundo, y tienen por objeto que los remedios sean accesibles no sólo a los médicos, sino a todo el mundo. Para que cualquiera pueda comprenderlos sin interferencias intelectuales ni de ningún otro orden Cada una de las treinta y ocho flores o la combinación de ellas, están dirigidas a estados emocionales universales que pueden originar una enfermedad física y por los que todos los seres humanos podemos pasar en algún momento.
Y La aguda percepción del psiquismo humano, la vocación de servicio, el amor al hombre y a la naturaleza, la libertad interior y el coraje moral, son las virtudes de este médico galés, que nos dejó un sistema médico para curar la enfermedad en su raíz primera, para curar sin dañar, para curar sencillamente, a través de flores silvestres. Medicina simple, medicina delicada, medicina superior.

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